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Síndrome de intestino irritable y TCA: correlación y manejo nutricional

La evidencia científica sostiene que alrededor de un 60% de las personas con trastorno de la conducta alimentaria (TCA) presenta síntomas compatibles con síndrome de intestino irritable (SII). Sin embargo, prescribir modificaciones dietéticas para aliviar el malestar digestivo podría agravar el comportamiento alimentario vinculado al TCA. Al mismo tiempo, no resolver la sintomatología gastrointestinal obstaculizaría la rehabilitación nutricional. Entonces, ¿cuál sería el abordaje adecuado?

¿Qué es el síndrome de intestino irritable?

El Síndrome de Intestino Irritable (SII) cursa con dolor abdominal asociado a diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos. Se trata de un trastorno digestivo funcional, lo que quiere decir que no nace de la presencia de anomalías estructurales en el tracto gastrointestinal, sino que se explica porque el sistema nervioso entérico se encuentra hiperreactivo.

¿Y los trastornos de la conducta alimentaria?

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades de origen psicológico caracterizadas por la presencia de actitudes, comportamientos y estrategias alimentarias disfuncionales y nocivas (restrictivas, obsesivas, obsesivo-compulsivas, compulsivas…) que, generalmente, nacen del deseo de modificar/dominar la propia corporalidad en aras de obtener control, satisfacción o aceptación (propia y externa).

La situación de gravedad radica en que la persona pierde la capacidad para cuidar de su salud y abandona todas las áreas de su vida en un intento de cumplir con las reglas sobre cuerpo y alimentos que le han sido impuestas por su trastorno.

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¿A qué se debe la correlación entre SII y TCA?

La habitual coexistencia entre el SII y TCA se debe a que ambos nacen de los mismos mecanismos etiopatogénicos, entre los que destacan: el estrés, el déficit de serotonina y la inflamación crónica de bajo grado.

  • El estrés incrementa los niveles de cortisol, un neurotransmisor capaz de alterar la sensibilidad, motilidad y permeabilidad del intestino. Al mismo tiempo, el estrés es capaz de modificar la conducta alimentaria y la auto percepción corporal.
  • La serotonina también está involucrada en la sensibilidad y motilidad intestinal. A su vez, es un elemento crucial en la estabilización del estado de ánimo, la regulación del apetito y el control de impulsos.
  • Los estados inflamatorios de bajo grado se han relacionado tanto con el SII como con los TCA. A través del nervio vago y la circulación sistémica, la inflamación puede surgir en el intestino -como consecuencia de un estado de disbiosis y/o hiperpermeabilidad- y viajar hasta el cerebro, y viceversa -como resultado de la hiperactivación persistente de la microglía-.

Saber más: Microbiota intestinal: clave de la salud mental

La prescripción de restricciones dietéticas está contraindicada en personas con TCA

Los tratamientos farmacológicos destinados a aliviar los síntomas asociados a SII son escasos y, en un gran número de casos, mal tolerados y/o inefectivos. Por ello, en los últimos años, las modificaciones dietéticas se han posicionado como la principal estrategia para lograr un manejo efectivo de los síntomas de SII.

Sin embargo, eliminar grupos de alimentos, imponer restricciones o ejercer un mayor control sobre los alimentos que se consumen son acciones absolutamente contraindicadas en personas con TCA, pues favorecen la obsesión por la comida, refuerzan las conductas de control, deterioran el estado de ánimo y pueden desencadenar o agravar los comportamientos de riesgo.

5 suplementos efectivos para manejar el síndrome de intestino irritable en personas con TCA

Resolver la sintomatología gastrointestinal resulta crucial para lograr la rehabilitación nutricional en personas con TCA. Por ello, en ausencia de tratamientos farmacológicos bien tolerados y conscientes de la imposibilidad de eliminar alimentos de la dieta, es fundamental recurrir a suplementos efectivos. Estos son: probióticos específicos, omega 3, l-glutamina, resinas y enzimas digestivas.

Probióticos específicos

No hay dudas de que la suplementación con probióticos es capaz de resolver la disbiosis y la hiperpermeabilidad intestinal típicas del SII y, con ello, aliviar los síntomas asociados. Sin embargo, la evidencia científica disponible continúa siendo confusa sobre la mejor combinación. Las especies probióticas con mayor evidencia en el manejo del SII son: L. Rhamnosus, L. Plantarum, B. Longum, B. Lactis y B. Infantis.

EPA o ácido eicosapentaenoico (omega 3)

El ácido eicosapentaenoico es un tipo de omega 3 con demostradas propiedades antiinflamatorias, de ahí su capacidad para modular la sintomatología gastrointestinal asociada a SII.

L-glutamina

La l-glutamina es un aminoácido que sirve de alimento principal a los enterocitos (células del intestino). Su capacidad para aliviar los síntomas asociados a síndrome de intestino irritable se debe a su acción reparadora y fortalecedora de las uniones estrechas del intestino, lo cual se traduce en una menor permeabilidad e inflamación intestinal. Además, es capaz de mejorar la motilidad y la sensibilidad del intestino.

Resinas

Las resinas son capaces de reducir la presencia de ácidos biliares en el intestino, lo cual disminuye su efecto laxante, evita la irritación intestinal e influye positivamente sobre la microbiota. Su uso debería limitarse a los casos de SII que cursan con diarrea.

Enzimas digestivas

Las enzimas digestivas (amilasa, lipasa, proteasa y lactasa) pueden ser especialmente útiles en personas que, como consecuencia del SII, tienen dificultades para digerir o tolerar ciertos alimentos.

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Referencias bibliográficas

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