Las proteínas constituyen un macronutriente esencial. Sin embargo, cuando se consumen un exceso de proteínas, estas pueden tener efectos perjudiciales sobre nuestro organismo. Ahí, los probióticos pueden ayudarnos.
Conceptos básicos
Función de las proteínas
Las proteínas, concretamente sus aminoácidos, se encargan de funciones relacionadas con estructura, movimiento, inmunidad, coagulación, hormonas, digestión y transporte de nutrientes. Así, constituyen un macronutriente esencial.
Ingesta diaria recomendada
Dado que el nivel de aminoácidos en sangre cae a las 3 horas de su ingesta, se deberían incluir proteínas en todas las comidas del día (0,25g/kg de peso 5 veces al día).
Exceso de proteínas
Hay dos situaciones que podrían requerir un mayor consumo de proteínas: el ejercicio físico y, en algunos casos, la pérdida de peso.
Exceso de proteínas y ejercicio físico
Cuando se practica deporte, deberían añadirse otras 2 tomas de 0,4 g/kg de peso (una después del entrenamiento y otra antes de ir a dormir). De este modo, llegaríamos a >2g/kg/día y conseguiríamos garantizar una buena recuperación muscular y una adecuada disponibilidad de aminoácidos.
Sobrepeso y dieta hiperproteica
Cuando se busca una rápida pérdida de peso (algo que resulta absurdo y contraproducente en la mayoría de los casos), acaba siendo necesario aumentar la cantidad de proteínas que se ingieren en la dieta.
Lo descrito, junto al actual descenso del consumo de vegetales, frutas, legumbres y cereales integrales, parece indicar que la cultura occidental actual predispone a una ingesta proteica excesiva sin tener en cuenta la toxicidad derivada de su exceso.
Exceso de proteínas y toxicidad
Degradación de las proteínas
Los efectos tóxicos se derivan de su degradación; el exceso de proteínas, a diferencia de lo que ocurre con la grasa, no se acumula. Fruto de su degradación, se produce amonio y este es tóxico para el cuerpo. En un intento de evitar su toxicidad, el hígado trabaja para transformarlo en urea y el riñón se pone en marcha para eliminarla.
Además, se retira calcio del hueso para formar fosfato cálcico, una sustancia capaz de neutralizar el amonio.
La degradación de proteínas resulta en la acidificación del cuerpo (PH <7) y esto implica una alteración de las funciones metabólicas, especialmente a nivel neurológico, hepático, óseo y renal, aunque a medida que aumenta la acidez el impacto acaba extendiéndose a todo el cuerpo.
Los efectos tóxicos de las proteínas se derivan de su degradación. Cerebro, hígado, hueso y riñón resultan especialmente vulnerables.
Purinas
Además, cuando el consumo excesivo se realiza a costa de proteínas de origen animal (ricas en purinas), se produce un incremento del ácido úrico. Éste, puede llegar a cristalizar en el interior de las articulaciones ocasionando lo que se conoce como “gota” (hinchazón, enrojecimiento, calor, rigidez y dolor de las articulaciones).
La gota se debe a un exceso de proteínas de origen animal, independientemente de las proteínas vegetales consumidas.
¿Cómo pueden ayudarnos los probióticos?
Tengo buenas noticias para ti. Si por deseo o necesidad sigues una dieta hiperproteica, siempre y cuando no superes los 3-4g/kg/día, puedes seguir haciéndolo aunque, para evitar todo lo descrito, deberías consumir ciertos probióticos.
Las Bifidobacterias, uno de los grupos bacterianos mayoritarios cuando se goza de una microbiota saludable, son capaces de hacer no asimilables los productos nitrogenados (amonio, urea y ácido úrico) e incluso de eliminarlos por completo. Además, ayudan a combatir la disbiosis intestinal que supone el exceso de bacterias proteolíticas.
Tales efectos son especialmente atribuidos a las cepas Bifidobacterium lactis BL04, Bifidobacterium breve BB03, Bifidobacterium bifidum BB06 y Bifidobacterium longum BB536.
Los estados de disbiosis intestinal generan un estado pro-inflamatorio que es precursor de múltiples enfermedades.
Del mismo modo, sería conveniente añadir fermentos lácticos como Lactobacillus fermentum LF31 por contribuir a proteger al hígado de la sobrecarga derivada de la degradación del exceso de proteínas. Además, ayudaría a combatir el estrés oxidativo asociado al ejercicio físico intenso.
Las Bifidobacterias y algunos Lactobacilos permiten mantener una dieta hiperproteica sin sufrir los efectos tóxicos que de derivan de su degradación.
Cabe recordar que no todos los probióticos son iguales y que es imprescindible que puedan alcanzar el intestino en la cantidad suficiente. Para ello, lo más recomendado es seleccionar probióticos de cuarta generación (cepas de origen humano escogidas por selección genética natural, altamente activas, resistentes al estrés mecánico y a la acidez gástrica, sin necesidad de microencapsulación) con 10^9 UFC.
La efectividad de los probióticos queda garantizada si son de cuarta generación y contienen 10^9 UFC.
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