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Hipertensión: de la cronicidad a la agudización y viceversa

La hipertensión es una enfermedad grave que afecta a 1280 millones de personas en el mundo. Sin embargo, el 46% de los afectados no saben que la padecen, el 58% no recibe tratamiento y sólo el 21% logra un buen control de la enfermedad. De hecho, se ha convertido en una de las principales causas de muerte prematura en el mundo.

Hipertensión arterial

La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad crónica potencialmente grave de tipo cardiovascular que consiste en un aumento de la presión que ejerce la sangre sobre las arterias. El diagnóstico se establece tras 3 mediciones no consecutivas con resultados superiores a 140/90 mmHg.

De la cronicidad a la agudización: las crisis hipertensivas

Pese a ser una enfermedad crónica, la hipertensión puede agudizarse alcanzado cifras de presión arterial (PA) superiores a 190/110 mmHg. En estos casos, hablamos de crisis hipertensiva y suele venir acompañada de:

  • Mareo con o sin desvanecimiento
  • Cefalea intensa, frecuentemente extendida hacia la nuca
  • Visión borrosa o pérdida de visión
  • Presión periocular
  • Dolor torácico
  • En los casos más graves, anuria, edema y convulsiones

En estas situaciones, existe un compromiso vital inminente dado por el incremento del riesgo de ictus, infarto de miocardio, tromboembolismo pulmonar y fracaso renal. De hecho, según la OMS, la HTA está detrás de más del 15% de muertes en el mundo.

Cada crisis hipertensiva pone en juego la vida de quien la sufre. Evitarlas debe ser la prioridad de profesionales y pacientes.

Por ello, las crisis hipertensivas deben ser tratadas de manera inmediata en un centro sanitario con el objetivo de recuperar la PA normal lo antes posible. Tras ello, se debería volver la cronicidad de la que nunca se debió salir.

De la agudización a la cronicidad: vuelta a la calma

Una vez pasado el episodio agudo, la persona afectada debe acudir a sus profesionales de referencia (enfermera/o y/o médico/a) para que evalúen la causa de la agudización y apliquen las medidas necesarias para recuperar el control de la enfermedad.

La intervención debe ir más allá del episodio crítico. Las crisis hipertensivas deberían leerse como un aviso de que la estrategia de control está fallando y debemos revisarla.

Las crisis hipertensivas son el resultado de un inadecuado manejo de la enfermedad, generalmente como consecuencia de:

  • Sedentarismo.
  • Patrón alimentario inadecuado: dieta alta en sodio, exceso de cafeína, abuso de refrescos, escasez de frutas y verduras, elevado consumo de grasas trans y consumo regular de bollería industrial o bebidas azucaradas, entre otros.
  • Insomnio.
  • Eventos estresantes agudos o crónicos que exceden la capacidad de gestión de la persona afectada
  • Consumo de sustancias tóxicas como el tabaco, el alcohol y las drogas ilegales
  • Afecciones crónicas como la hipercolesterolemia o la diabetes.
  • Obesidad.
  • Tratamiento farmacológico inadecuado, insuficiente, mal administrado o inexistente.

Descubre: Controlar la hipertensión arterial: más allá de la sal

El papel de enfermeras/os y médicos/as en el manejo de la hipertensión

La HTA ha sido catalogada como un grave problema de salud pública que todavía no ha sido controlado. Así, los profesionales sanitarios debemos:

  • Impartir educación para la salud relacionada con hábitos saludables (prevención primaria).
  • Aprovechar cualquier contacto con nuestros pacientes para medir su TA (detección precoz).
  • Conseguir un adecuado diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes con HTA (prevención de complicaciones).
  • Educar a las personas con HTA para que puedan controlar su enfermedad y detectar signos de alarma que deben motivar una atención urgente.
  • Detectar y atender las crisis hipertensivas de forma inmediata.
  • Atender las crisis hipertensivas más allá del periodo crítico. Esto implica reevaluar la situación y generar una nueva estrategia.