Hace unos días, Isabel Díaz Ayuso -presidenta de la Comunidad de Madrid- comparecía en la Asamblea de Madrid y defendía: “que a un niño le den una pizza no creo que sea un problema” (sic). Pero, ¿es esto cierto? ¿cuáles son los peligros de la comida rápida?
Sus declaraciones venían a colación del acuerdo al que había llegado con algunas marcas de comida rápida para que, durante la pandemia por COVID19, se encargasen de preparar los menús de toda la población infantil con derecho a ´beca comedor´.
¿Qué es la comida rápida?
Hablamos de comida rápida o comida basura para hacer referencia a aquella que es fácil de preparar y consumir, se basa en alimentos ultra procesados, tiene un valor nutricional muy escaso y es altamente energética e hiperpalatable.
Su consumo se popularizó en EEUU en la década de 1970. Desde entonces, fruto del placer y la recompensa que genera junto a su bajo coste económico, su presencia ha aumentado descomunalmente y esto, en términos de Salud Pública, no pasa desapercibido.
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Los peligros de la comida rápida
Los peligros de la comida rápida son indudables e indiscutibles, más aún en aquellos casos en los que el consumo es periódico y se inicia en la infancia.
La ingesta reiterada de este tipo de comida supone un aumento del riesgo de enfermedad (obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial, infarto, ictus, cáncer, osteoporosis, trastornos gastrointestinales y enfermedades autoinmunes) y muerte prematura.
¿Por qué la comida rápida es perjudicial?
Los riesgos derivados del consumo de comida basura tienen su origen en el impacto de sus principales componentes (azúcar, harinas refinadas, grasas trans y sal) sobre nuestro organismo.
Déficit de vitaminas y minerales
Esto supone el empeoramiento de todas las funciones del organismo, un aumento de la fragilidad ósea y una mayor dificultad para alcanzar la saciedad.
Aumento de los niveles de glucosa de la sangre
El aumento reiterado y desmedido de la glucemia perjudica la función pancreática, aumenta la viscosidad de la sangre, favorece la acumulación de grasa corporal y promueve una sensación de hambre infinita.
Aumento del colesterol LDL y descenso del colesterol HDL
Ambas circunstancias aumentan la tensión arterial y suponen un mayor riesgo de obstrucción circulatoria.
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Empeoramiento de la microbiota intestinal
La comida rápida contiene absolutamente todos los ingredientes capaces de perjudicar a la población de microorganismos beneficiosos que habitan en nuestro intestino.
Incremento de los mediadores proinflamatorios
Esto, junto al desequilibrio de la microbiota intestinal, explicaría el mayor riesgo de desarrollar alguna enfermedad autoinmune como la psoriasis, el síndrome de intestino irritable o la artritis reumatoide.
También explicaría el mayor riesgo de cáncer y estaría detrás de la resistencia a hormonas como la insulina (relacionada con la diabetes) y la leptina (implicada en la saciedad).
Retención hídrica
Se trata de una circunstancia resultante de la capacidad del azúcar y la sal para atraer agua. Junto a otros hechos anteriormente descritos, contribuye al aumento de la tensión arterial y, por tanto, supone un mayor riesgo de ictus e infarto de miocardio.
Hiperpalatabilidad
Se trata de la capacidad de un alimento para ser extremadamente grato al paladar e implica un aumento del umbral del sabor por encima de los límites alcanzables por alimentos naturales.
Así, además de todos sus perjuicios directos, el consumo de comida basura deriva en una menor ingesta de alimentos saludables y, por tanto, en un todavía mayor riesgo de enfermedad y muerte.
Referencias bibliográficas
Kader Mohiuddin, A. (2020). Fast Food Addiction: A Major Public Health Issue. Archives in Biomedical Engineering & Biotechnology, 3(4): 1-8. Consultado el 02/05/2020. Recuperado de: https://irispublishers.com/abeb/pdf/ABEB.MS.ID.000569.pdf
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