El autocuidado está de moda, aunque no es una práctica reciente. En la cultura griega, ya se hablaba del cuidado de sí para aludir a la capacidad de un individuo de ser consciente de su relación consigo mismo y, de este modo, actuar desde el respeto hacia sí mismo y reconocerse como constituyente de sus actos de salud. Sin embargo, en la actualidad, cuando hablamos de autocuidado parece que poco tiene que ver con este concepto.
Autocuidado, ¿cómo ha evolucionado el concepto?
La consolidación de la medicina moderna y el afortunado descubrimiento de multitud de tratamientos médicos, quirúrgicos y farmacológicos hizo que se abandonara el cuidado de sí para convertirnos en sujetos pasivos respecto a nuestra propia salud.
Más tarde, consciente de las consecuencias de lo anterior, la teórica enfermera Dorothea Orem acuñó el concepto de autocuidado y lo relacionó con una mejor recuperación post-enfermedad, así como con mayor supervivencia, salud, bienestar y calidad de vida.
Para Orem, el autocuidado es la capacidad de las personas para poner en práctica conductas de promoción, protección y mantenimiento de la salud de acuerdo con sus circunstancias y necesidades. Así, el autocuidado implica tomar un rol activo con respecto a la propia salud, mantener una actitud responsable y ser capaz de crear y activar lo que Orem denomina “agencia de autocuidado”.
El autocuidado implicar tomar un rol activo con respecto a la propia salud y mantener una actitud de cuidado responsable.
¿Qué entendemos por cuidarnos?
En la actualidad, lejos queda el concepto de autocuidado descrito por Dorothea Orem. Hemos confundido el cuidado de nuestra salud con el culto al cuerpo, la consecución de la belleza y la apariencia de juventud.
Al mismo tiempo, aunque parece que esto está cambiando, hemos dejado fuera del concepto el cuidado emocional, el respeto hacia uno mismo, la autorresponsabilidad y la construcción de relaciones sociofamiliares positivas.
Erróneamente, hemos desconsiderado el cuidado emocional, el respeto hacia uno mismo y la construcción de relaciones sociofamiliares positivas
Entonces, ¿cuáles son los pilares del autocuidado?
En 1946, la Organización Mundial de la Salud definió la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social. Al respecto, en 1973, Laframboise concluyó que el estilo de vida es el determinante de salud más influyente (43%), por delante de la genética, el ambiente y el acceso a la atención sanitaria.
De este modo, hoy, sabemos que los pilares básicos del autocuidado son:
- Lograr una alimentación equilibrada, completa, nutritiva y funcional. Esto implica mantener una actitud de no-restricción, ser capaz de relacionarse positivamente con todos y cada uno de los alimentos a los que tenemos acceso y reconocer que la ingesta de alimentos tiene funciones más allá de la mera nutrición del propio cuerpo.
- Hidratarse de forma suficiente. Lejos de los famosos 2 litros diarios, mantener una correcta hidratación viene de la mano de prever y reconocer las señales de sed y actuar en consecuencia. Un buen indicador de hidratación es la coloración de la orina; un color anaranjado debe alertarnos sobre una ingesta insuficiente de agua.
- Ejercitarse de forma suficiente, variada, divertida y sin excesos. Mantenerse activo es una excelente forma de cuidar de cuidar de nuestra salud física y mental. De hecho, se ha posicionado como excelente herramienta preventiva y un gran aliado en el fortalecimiento de la salud. También en términos de salud mental. Pero, ¡cuidado con el exceso porque supondría un efecto contrario!
- Dormir bien, para reparar cuerpo y mente. El sueño permite la reparación del cuerpo y la correcta “colocación” de experiencias y emociones. La ausencia de sueño reparador deteriora la salud mental, corrompe el funcionamiento del organismo, reduce el rendimiento y la calidad de vida y se ha relacionado con la aparición de múltiples enfermedades.
- Ser capaz de gestionar eficazmente las emociones. El cuidado emocional es ciertamente complejo. Identificar las heridas, revisar los patrones propios de pensamiento, emoción y conducta, así como ser capaz de solicitar ayuda profesional cuando sea necesario constituyen conductas esenciales de autocuidado.
- Crear y mantener relaciones sociales positivas. Reconocerse como ser social, vincular con personas afines, buscar relaciones sociales placenteras y dedicar tiempo a nuestros seres queridos también son conductas clave para el cuidado de nuestra salud.
Cuidarse significa ser capaz de mantener un estilo de vida responsable que proteja y alimente la salud de nuestro cuerpo, mente y relaciones.
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El papel de las redes sociales
Internet y las redes sociales se han consolidado como el principal referente en autocuidado. Sin embargo, gran parte de los mensajes que encontramos ahí difunden la idea de la belleza como fuente de salud y bienestar. De este modo, erróneamente, la idea de “cuidarse” evoluciona al tiempo que lo hace el estereotipo estético.
En multitud de casos, se distorsiona el autocuidado, se da altavoz a mitos y tendencias que nada tienen que ver con el cuidado de la salud y/o se normalizan prácticas que ponen en riesgo la supervivencia o la calidad de vida.
En otros, se inculca el cuidado de lo corpóreo como única fuente de salud y bienestar; la escenificación se convierte en el eje principal del autocuidado, se estigmatizan los cuerpos no estereotípicos y la salud psicosocial queda relegada a un plano secundario.
Internet y las redes sociales se han consolidado como el principal referente en autocuidado. Sus mensajes perpetúan la confusión entre el autocuidado y el culto al cuerpo, la belleza y la juventud. Es imprescindible que todas las personas cuenten con un referente profesional en cuidados.
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Referencias bibliográficas
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