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VIH, nutrición y probióticos

El VIH, al igual que otras enfermedades, mantiene en jaque a nuestra sociedad. Todavía no existe una vacuna y los tratamientos antiretrovirales, aunque consiguen “dormir” al virus y salvarnos la vida, no son capaces de restituir el daño inmunológico ya existente. Hoy, hablamos de VIH, nutrición y probióticos.

Más sobre VIH

El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) es un retrovirus cuya característica principal es la destrucción de linfocitos T CD4+. Se trata de células inmunitarias colaboradoras con una importante función: señalizar la presencia de un microorganismo para alertar al sistema inmunitario y activar así toda la maquinaria encaminada a combatirlo y destruirlo.

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Prevención

El VIH se transmite fundamentalmente a través de la práctica de relaciones sexuales (vaginales, anales u orales) sin preservativo, aunque también puede ocurrir por vía sanguínea (al compartir agujas, por ejemplo) o vertical (de madre a hijo/a durante el embarazo, el parto o la lactancia).

El VIH no se transmite por besos, abrazos ni caricias. Tampoco al compartir vaso ni cubiertos. Los animales y los insectos tampoco lo transmiten.

Actualmente, como consecuencia de su replicación errática y su mutación constante, todavía no se dispone de vacuna. Así, la única forma de evitarlo es mediante el uso del preservativo, independientemente de las características de las personas que intervienen en la práctica sexual (sexo, género, orientación sexual, identidad sexual, identidad de género, etnia…).

Cualquier persona que realice conductas de riesgo es susceptible de contraer el VIH.

Detección precoz y tratamiento

Como ya se ha mencionado, el VIH ataca fundamentalmente a las células de nuestro sistema inmunitario y este daño es irreversible. El tratamiento antiretroviral nos salva la vida (consigue “dormir” al virus, evitar su progresión y frenar su impacto), pero no es capaz de restituir el daño asociado.

Así, cuanto antes detectemos la presencia del virus, menor será su impacto y mayores las probabilidades de sobrevivir sin perder calidad de vida. En España, tenemos acceso gratuito a las pruebas de detección del VIH en centros de salud y asociaciones relacionadas.

Lo ideal sería realizarnos la prueba 3 meses después de haber realizado una conducta de riesgo.

Tratamiento

Actualmente, sí existe tratamiento contra el VIH. De hecho, gracias a su existencia, la infección por VIH ha pasado a ser una enfermedad crónica y el SIDA, el estadio final que se alcanza en ausencia de tratamiento precoz, es cada vez menos frecuente.

VIH, nutrición y probióticos

Desde hace años, sabemos que cualquier carencia nutricional empeora la inmunocompetencia y nos hace más vulnerables frente a cualquier microorganismo. Esto se debe a la importancia del intestino como órgano inmunitario y al importante papel que cada nutriente juega en la inmunidad.

VIH e inmunonutrición

El término inmunonutrición no se refiere más que a la interacción entre inmunidad y nutrientes:

  • Algunos carbohidratos tienen la capacidad de orientar a nuestras defensas hacia el antígeno a eliminar.
  • La mayoría de sustancias implicadas en la inmunidad tienen una estructura de aminoácidos (proteínas).
  • Las grasas son fundamentales para mantener la fluidez de la membrana de nuestras células, algo necesario para la correcta expresión de ciertas sustancias implicadas en la inmunidad.
  • Las vitaminas y minerales están involucrados en un sinfín de rutas metabólicas inmunitarias.
  • El omega 3 tiene un gran poder antiinflamatorio, algo esencial para evitar reacciones inmunitarias exageradas y abruptas que terminan por destruir el tejido en cuestión para deshacerse del microorganismo.
  • Los beta-glucanos estimulan la formación de importantes células inmunitarias, al mismo tiempo que evitan que el sistema inmunitario se vuelva hiper-reactivo.

En términos de prevención contra el VIH, la inmunonutrición juega un papel muy relevante: una correcta nutrición es clave para maximizar la eficacia de nuestro sistema inmunitario ante una posible exposición.

Una posible exposición al VIH es un evento crítico entre virus e inmunidad en el cual la potencia del sistema inmunitario es determinante.

Además, una nutrición adecuada es esencial cuando ya se ha contraído el VIH. Esto es porque el daño inmunológico previo al inicio del tratamiento es irreversible y, por tanto, cualquier aliado capaz de fortalecer el sistema inmunitario será importante para mantener su eficacia.

Fortalecer nuestro sistema inmunitario a través de la nutrición no nos exime de la obligación de utilizar preservativo.

VIH, microbiota intestinal y probióticos

La microbiota intestinal, ese conjunto de microorganismos beneficiosos que tenemos en nuestro intestino, también juega un importante papel en la inmunidad:

  • Compite con los microorganismos patógenos por el espacio y los nutrientes.
  • Sintetiza vitaminas y asegura una adecuada absorción de minerales.
  • Produce anticuerpos IgA.
  • Libera mediadores antiinflamatorios.

Además, es la responsable de mantener la integridad de la barrera intestinal. Esto es esencial en términos de inmunidad, ya que el tejido linfoide asociado al intestino (GALT) constituye la parte más extensa y compleja del sistema inmunitario.

Cuando hablamos de VIH, el GALT toma un papel protagonista. En la fase aguda de la infección, el virus se incrementa exponencialmente y hay una destrucción masiva de linfocitos CD4+, un tipo de células de defensa muy presentes en el intestino. Esto se traduce en:

  1. Empeoramiento del sistema inmunitario por haber perdido muchas de las células que lo formaban.
  2. Aumento de la porosidad del intestino (aparecen agujeros) -> Paso de bacterias a la sangre -> Hiperactivación inmunitaria -> Inflamación generalizada -> Destrucción del tejido sano para intentar eliminar al microorganismo -> Patologías asociadas.
Probióticos contra el VIH

La buena noticia es que múltiples investigaciones han demostrado que el consumo de determinados probióticos (fundamentalmente, Lactobacillus Rhamnosus, Lactobacillus Reuterii, Lactobacillus Paracasei, Bifidobacterium Lactis y Streptococcus Termophilus) favorece la reconstitución física e inmunológica de la mucosa gastrointestinal y, por tanto, permiten:

  • Recuperar el tejido inmunitario asociado al intestino y restaurar el funcionamiento del sistema inmune. De hecho, diferentes ensayos han comprobado cómo la suplementación con probióticos consigue aumentar los niveles de linfocitos CD4+.
  • Reducir las patologías asociadas derivadas de la inflamación generalizada fruto del exceso de permeabilidad del intestino.
  • Eliminar la frecuente sintomatología gastrointestinal asociada al VIH (principalmente, diarrea y alteraciones en la absorción de nutrientes).

Mientras los antirretrovirales nos salvan la vida, la nutrición refuerza el sistema inmunitario y los probióticos restauran el daño inmunitario previo asociado al intestino.

Con la colaboración de Sergio Vaquero

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Referencias bibliográficas