“Mañana empiezo”, “se acabó”, “hoy me despido de toda esta comida de mierda”, “nunca más”, “no puedo seguir así”, “cada vez estoy más gordo/a”, “tengo que cambiar”, “he subido de talla”, “no paro de engordar”…¿Te suena? Son frases que seguro que te repites a diario porque te han hecho creer que la culpa de tu obesidad la tienes tú y solo tú.
Cada día te envías un mensaje brutal que acaba destruyendo tu autoestima y autoconcepto.
La presión por cambiar tu cuerpo tiene la culpa de tu obesidad
Crees que eres el/la único/a responsable de tu cuerpo. Te valoras exclusivamente por tu imagen corporal. Te sientes frustrado/a porque tus miles de atributos no son suficientemente reconocidos por parte del entorno. Sientes que eres peor por tener un cuerpo que la sociedad no acepta. Sabes que tienes que cambiar porque no dejan de aparecer nuevos problemas de salud o algún profesional sanitario te está alertando de su inminente aparición. Existen multitud de motivos que te presionan para cambiar tu cuerpo.
Los motivos que ejercen presión sobre ti para cambiar tu cuerpo son personales e infinitos.
De la presión a la desesperación
Un día, fruto de la desesperación por cambiar, todos esos motivos aparecen en tu cabeza rápida y desordenadamente y, en ese preciso instante, te sientes una puta mierda. Crees que tienes la culpa porque te han hecho creer que cambiar es fácil y que solo hay que tener `fuerza de voluntad´. Puta fuerza de voluntad.
Los métodos restrictivos tienen la culpa de tu obesidad
Esa desesperación hace que no soportes más tu cuerpo y, desde la enorme responsabilidad que sientes, decides que necesitas un cambio inmediato. Ahí, aparece la necesidad de un método súper restrictivo. Y lo peor es que existe.
Hay personas que crean este tipo de programas de adelgazamiento y los promueven como una opción tan necesaria como saludable. Te dicen (y te dices) que tienes que ser fuerte para ser capaz de soportar un método basado en el sacrificio desmedido: dietas hipocalóricas, ejercicio físico intenso, autocontrol absoluto y un largo etcétera que seguro que conocerás de cabo a rabo.
El malestar de la restricción
La presión que tu cuerpo ejerce sobre ti es brutal así que necesitas cambiar ya. Estás desesperado/a y te has inmerso en un proceso cuya dureza te hace sentir una insatisfacción insoportable. Es insostenible. No puedes más. Es imposible.
La desesperación por acabar con la presión hace que hagas más rígido el proceso de cambio. El proceso es tan duro que sientes un malestar insoportable.
A lo anterior se suma que tu autoestima se ha ido a la mierda, poco a poco, sin darte cuenta. Ya no está y ¿sabes por qué?
1. Cada día te valoras únicamente por la forma que tiene tu cuerpo. Como si él fuese capaz de todo.
2. Todos los días te dices que tienes un cuerpo de mierda.
3. A diario intentas cambiarlo para que sea como quieres que sea, como quieren que sea.
4. Cada vez que intentas cambiarlo, lo haces de un modo insoportable e insostenible. Es auto destructivo.
5. Obviamente, eres incapaz de someterte a ese autocontrol desmedido. Pero tú no lo ves. Tú crees que no puedes llevarlo a cabo porque no eres lo suficientemente fuerte, porque no eres suficiente.
6. Todos los días te sientes culpable por no ser capaz de cambiar. Como si lo que te planteas para ello fuese posible.
7. Cada día aprendes que la comida, esa que intentas rechazar, te gana la batalla. La necesitas para aliviar tu insatisfacción. La necesidad es continúa porque el alivio es breve.
8. Así, cada día te mandas el mensaje de que pierdes. Y crees que pierdes por tu culpa, porque no eres capaz, porque no eres suficiente.
9. Y entre todo eso un mensaje permanente: “no puedes”, “eres una mierda”, “no eres capaz”, “nunca podrás”, “eres un/a fracasado/a»…
Un atracón para aliviarte
Necesitas sentirte bien porque el malestar es inaguantable así que, justo ahora, acabas de mandarlo todo a la mierda. Te acabas de comer todo lo que no te has comido en los últimos días. Con ansiedad, con malestar, sin gozo. Se llama atracón y, aunque físicamente no es saludable, busca aliviarte.
El atracón ha conseguido apagar una ansiedad provocada por un proceso de cambio insoportable.
La culpa de tu obesidad
Lamentablemente, el alivio ha sido breve y ahora te sientes culpable. Culpable por no haber sido capaz de `hacer lo que hay que hacer´ para conseguir un buen cuerpo y eliminar toda la presión e insatisfacción que este lleva consigo. Como si él tuviese la culpa de todo.
El ciclo volverá a empezar: presión, desesperación, control desmedido, insatisfacción, atracón y culpa.
El círculo será imparable. Te sentirás presionado/a. Estarás desesperado/a por cambiar. Volverás a adoptar un método insostenible. No lo soportarás. Te darás un atracón para aliviar ese estado de insatisfacción brutal. Y de nuevo, la culpa. Y volverás a empezar una y otra vez.
Te han hecho creer que la culpa de tu sobrepeso u obesidad la tienes tú. Te sientes tan responsable que la presión que sientes es brutal. Esto te ha llevado hasta métodos completamente insostenibles que no han hecho más que agravar la situación. Así, la solución comienza por romper el círculo.
Hay que generar un espíritu crítico que te devuelva las riendas de tu vida y de tus decisiones. Una actitud independiente al pensamiento de la masa.
¿Qué hacer para romper el círculo culpable?
Romper el círculo pasa necesariamente por eliminar la presión. Para ello será fundamental crear un mensaje realista sobre ti, tu responsabilidad sobre tu cuerpo, la forma de este y su relevancia en el resto de áreas de tu vida. Al mismo tiempo, será imprescindible generar un espíritu crítico ante la sociedad que te permita confiar más en tu mensaje que en el del resto.
Además, habrá que conseguir que no solo te valores por tu cuerpo sino por quien verdaderamente eres. Es necesario que comprendas que así, tal y como eres, ya eres suficiente. Así, habremos aumentado tu autoestima y eliminado la desesperación por cambiar tu cuerpo.
Desde la calma, serás capaz de adentrarte en un proceso de cambio amable, saludable, progresivo y sostenible. Un modelo integral que, además de enseñarte a comer, deberá trabajar sobre otras áreas que te ayuden a estar bien.
Habrás eliminado la presión, la desesperación y la insatisfacción. No necesitarás recurrir a la comida como única fuente de bienestar y, si lo necesitas, podrás hacerlo sin culpabilidad porque sabrás que `comer por comer´ a veces ejerce un efecto protector que tiene sentido. El atracón ya no tiene cabida. La culpa se habrá ido. El círculo vicioso habrá desaparecido.
La culpa de tu obesidad la tiene la culpa que te han hecho sentir y todo lo que la ha generado.
Referencias bibligráficas
- Álvarez Gordillo, G. C., Cruz Sánchez, M., Nigh Nielsen, R. B., Tuñón Pablos, E. & Villaseñor Farías, M. (2013). Sobrepeso y obesidad: una propuesta de abordaje desde la sociología. Región y sociedad, 25(57): 165-201. Consultado el 30/06/2019. Recuperado de: www.scielo.org.mx/pdf/regsoc/v25n57/v25n57a6.pdf
- Fulgencio Juárez, M., Garciduenas Gallegos, D., Padros Blázquez, F. & Navarro Contreras, G. (2016). Propiedades psicométricas de la Escala de Culpa por Obesidad o Sobrepeso para Niños y Adolescentes (ECOSNA). Nutr. Hosp., 33(2): 239-244. Consultado el 30/06/2019. Recuperado de: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S0212-16112016000200008
- Tamayo Lopera, D. & Restrepo M. (2014). Aspectos psicológicos de la obesidad. Revista de Psicología Universidad de Antioquia, 6(1): 91-112. Consultado el 30/06/2019. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4947506
URL al artículo original: La Mente es Maravillosa
[mailpoet_form id=»1″]
Pingback: ¿El azúcar mata? | Plan D