Con este artículo pretendo explicarte por qué el índice de masa corporal (IMC) no sirve para el diagnóstico del sobrepeso y la obesidad, ni para calificar la forma física de una persona.
Dos personas pueden tener el mismo índice de masa corporal y cuerpos completamente diferentes
La inutilidad es tal que, dos personas pueden tener el mismo IMC (para ello deben compartir peso y altura) y tener una composición corporal completamente diferente. Pese a ello, se sigue utilizando.
El índice de masa corporal no diferencia la grasa de lo que no lo es
Cuando nos subimos a la báscula, ésta nos indica un peso. Ese peso incluye: masa grasa (tejido que en exceso es perjudicial y se relaciona con problemas de salud de diversa índole) y masa magra (tejido activo y funcional). Dentro de la masa magra, podemos diferenciar órganos internos, hueso, músculo y agua.
El IMC es un parámetro de proporción que relaciona el peso y la talla, dándonos información acerca de nuestra dimensión pero sin diferenciar la grasa de lo que no lo es.
Lo perjudicial es el exceso de grasa
Si comprendemos que lo perjudicial no es un exceso de peso sino un exceso de grasa, es fácil concluir que este parámetro es del todo inútil. Y repito, lo perjudicial es el exceso de grasa independientemente del peso corporal total. De hecho, realmente no existe un peso ideal en tanto que siempre que exista una predominancia clara del peso magro sobre el peso graso, no debería relacionarse con ningún problema estético ni de salud.
“Normopeso” y exceso de grasa pueden coexistir
Una persona con un índice de masa corporal que indica “normopeso” puede tener exceso de grasa y, por tanto, las complicaciones derivadas de ello: estéticas y de salud. Al mismo tiempo, una persona con un índice de masa corporal compatible con “obesidad mórbida” puede no tener un exceso de grasa y, por tanto, gozar de un adecuado estado de salud y de una atractiva imagen corporal.
El índice de masa corporal podría llevarnos a abandonar un programa de salud efectivo
Considerar el peso y el IMC como parámetro para evaluar la progresión de una persona que está inmersa en un programa para mejorar su composición corporal, puede llevarle a abandonar los hábitos de vida saludables que había conseguido establecer. Si estoy manteniendo un estilo de vida saludable y mi peso sube haciendo que mi índice de masa corporal “empeore”, como me han enseñado que el IMC es un indicador fiable, abandono el programa de salud porque, erróneamente, pienso que, pese a mi esfuerzo, no sirve para nada.
El uso del índice de masa corporal podría generar comportamientos alimentarios patológicos
A su vez, considerar el peso como indicador estético y de salud, puede llevar a personas con una composición corporal adecuada, sobre todo a aquellas con mayor estatura, complexión y/o mayor grado de actividad física, a considerar que tienen un cuerpo inadecuado y mejorable, pudiendo llevarles a obsesionarse por modificar su aspecto físico, a la demonización de conductas alimentarias saludables y a la “elección” de comportamientos alimentarios patológicos por ser el único método para conseguir un índice de masa corporal inferior al que genéticamente presenta, sin ser éste insano o antiestético.
El IMC puede llevar a tener una imagen corporal distorsionada (me veo bien pero como el índice de masa corporal, parámetro clínico ampliamente utilizado y aceptado por “todxs” indica que soy obesx, acabo asumiendo que soy obesx).
Para evaluar tu composición corporal, fíate de lo que dicen tus ojos, guíate por los cambios experimentados al ponerte la ropa que habitualmente utilizas y, si necesitas datos más objetivos, utiliza una báscula de bioimpedancia fiable que te dé información sobre tu % de grasa corporal.
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